
Me mandaban hace poco un correo con artículo de Fernando de Salas que se preguntaba:
Crisis mundial... ¿o crisis del hombre?
En su respuesta nos invitaba a eliminar el mal que ha producido la crisis:
1. las tremendas desigualdades sociales,
2. el desorbitado afán de riqueza y
3. el desprecio a vidas humanas
Este notario se hacia estas preguntas: ¿Qué ha pasado? ¿Qué está pasando? ¿Que puede pasar? El pasado, plagado de excesos, lo conocemos y el presente, lleno de dudas, ansiedades e incógnitas, también. Utilizando el símil médico, podríamos decir que no basta con recetar paños calientes o cataplasmas para atajar el mal. No basta bajar la fiebre con antitérmicos si no se ataja la infección o se extirpa el tumor. Mutatis mutandis, no basta con inyectar dinero en las estructuras financieras, sino que hay que eliminar el mal que lo ha producido.
Y el mal está latente desde hace décadas, y se manifiesta en unas tremendas desigualdades sociales, cada vez más pronunciadas. Un desprecio total hacia determinadas vidas humanas, no sólo hacia los no nacidos, sino hacia los marginados y los desahuciados, habitualmente en el tercer mundo. Un desorbitado afán de riqueza y de poder que contagia cualquier impulso social. Un obcecamiento por negar la existencia de una ley superior que ordena el Universo, y un querer imponer la nuestra por encima de ella. Una desvinculación total de la persona hacia todo lo solidario. La consecuencia de todo ello es una enorme desazón mundial. Los líderes no saben por dónde atajar la sangría de desempleados, de quiebras de empresas y todo un sistema se tambalea. Los sacrificios que se están imponiendo a las familias son inauditos y lo que es mas alarmante, no se sabe cómo poner fin a ello.
Se sigue preguntando el autor: ¿Qué tiene que suceder para que este enorme sacrificio no sea en vano? ¿Qué proponer para que no surja un conflicto bélico entre potencias, que arruine miles de vidas y produzca un cataclismo mundial?
La respuesta que nos da Fernando de Salas es que a su parecer, lo que hace falta es un profundo cambio individual –personal- y un apoyo institucional a ese esfuerzo. Tal vez el surgimiento de un líder que pueda contagiar esos valores que están perdidos o muy escondidos, como son, el esfuerzo personal desinteresado, el no poseer todo lo que me apetece de forma inmediata, la solidaridad real, la honestidad en los negocios, el respeto a la vida de nuestros semejantes, la libertad y la defensa de la pluralidad de ideas...
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