En los trayectos y a pesar del cansancio pude sentir el espíritu del caminante, esa unión que te une al resto de las personas que, o bien te cruzas, o bien adelantas y que saludas con un: “¡BUEN CAMINO¡” y que te reconforta y anima cuando no puedes más. Aunque no los conozcas sientes que te une una Fe, una esperanza en llegar a un punto para mi con un significado espiritual y personal.
Comenzamos en Sarria, la primera etapa me pareció bastante soportable, pienso que en esta me empujaban más la emoción y la novedad, la segunda etapa fue la peor, quizás esa la terminé más por amor propio que otra cosa, esa noche la pase mal, pero sentí que alguien me empujaba y me decía “NO TE RINDAS AHORA, ANA”. Pasamos tres jornadas más, tres caminatas y tres alegrías internas y externas, tres superaciones y tres “Gracias a Dios por empujarme”.
Santiago de Compostela ha sido la culminación del espíritu, para otros habrá sido el fin de una aventura, yo lo llevo dentro y ese sentimiento espero que perdure siempre.
Ana Luz Mendiguchía González. 4º C
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