sábado, 8 de julio de 2006

El barquero inculto




El joven acababa de terminar sus estudios y volvía a su pueblo. Iba contento y muy satisfecho de los estudios realizados. Había sacado unas buenas notas. Tenía el camino abierto, según él, para la vida.

Para llegar al pueblo tenía que cruzar un caudaloso río. Tomó una barca. Silencioso y sumiso, el barquero comenzó a remar con diligencia. De repente una banda de aves surcó el cielo y el joven, erudito y orgulloso de su saber, preguntó al barquero para reírse de él:

-Buen hombre, ¿has estudiado la vida de las aves?

-No, señor -repuso el barquero.

-Entonces, amigo, has perdido la cuarta parte de tu vida.

Pasados unos minutos, la barca se deslizó junto a unas exóticas plantas que flotaban en las aguas del río. El joven, de nuevo, le preguntó al barquero:

-Dime, barquero, ¿ has estudiado botánica?

-No, señor, no sé que significa esa palabra

-Pues debo decirte que has perdido la mitad de tu vida -comentó el joven riéndose interiormente de la ignorancia del barquero.

El barquero seguía remando pacientemente. El sol del medio día se reflejaba luminosamente sobre las aguas del río. Entonces el joven preguntó:

-Sin duda, barquero, llevas muchos años atravesado estas aguas. ¿sabes, por cierto, algo de la naturaleza del agua?

-No, señor, nada sé de la naturaleza de estas aguas ni de otras.

- Oh, amigo, -exclamó el joven-- De verdad que has perdido las tres cuartas partes de tu vida.

De repente, en el centro del río, la barca comenzó a hacer agua. No había forma de achicar tanta agua y la barca comenzó a hundirse. Entonces el barquero preguntó al joven:

-Señor, ¿sabe usted nadar?

-No -repuso el joven, lleno de espanto.

-Pues, me temo, señor, que has perdido toda tu vida.

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