sábado, 8 de julio de 2006

La piedra preciosa



El “hombre de Dios” había llegado a las afueras de la aldea y acampó bajo un árbol para pasar la noche. De pronto llegó corriendo hasta él un habitante de la aldea y le dijo:

- ¡La piedra!, ¡la piedra!
¡Dame la piedra preciosa!

-¿Qué piedra?, preguntó el “hombre de Dios”.

-La otra noche se me apareció en sueños el Señor Shiva – dijo el aldeano – y me aseguró que si venía al anochecer a las afueras de la aldea, encontraría a un “hombre de Dios que me daría una piedra preciosa que me haría rico para siempre.

El hombre de Dios rebuscó en su bolsa y extrajo un diamante.

- Probablemente se refería a este.

Y entregó el diamante al aldeano.

- Lo encontré -añadió- el aldeano en el sendero del bosque hace unos días.

Puedes quedarte con él.

El hombre se quedó mirando el diamante con asombro. Y comentó:

- ¡Es un diamante! ¡Tal vez el mayor diamante del mundo, pues es tan grande como la mano de un hombre!.

Tomó el diamante y se marchó.

Pasó la noche dando vueltas en la cama.

Era incapaz de dormir...

Al día siguiente, el amanecer, fue a despertar al “hombre de Dios” que dormía tranquilo, y le dijo: “Dame la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de este diamante.”

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