Una sonrisa en los labios
alegra nuestro corazón,
conserva nuestro buen humor,
guarda nuestra alma en paz,
vigoriza la salud,
embellece nuestro rostro e inspira buenas obras.
Sonriamos a los rostros tristes,
tímidos, enfermos,
conocidos, familiares y amigos.
Sonriámosle también a Dios
con la aceptación de todo lo que él nos envié,
y tendremos el mérito de poseer
la mirada y sonrisa radiante de su rostro
con su amor por toda la eternidad.
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