Hakamada Iwao, de 73 años, ha pasado los últimos 40 años en un corredor de la muerte de Japón acusado de un delito que podría no haber cometido. Después de 20 días de interrogatorios, sin acceso a un abogado, hizo una confesión de la que después se retractó. Aún así, fue condenado a muerte.Al cabo de muchos años confinado en soledad y tras varios recursos rechazados, Hakamada Iwao empezó a mostrar los primeros síntomas de trastorno mental. En 2006, un informe médico estableció que sufría una enfermedad mental.Por desgracia, el caso de Hakamada Iwao no es único en ese país. Actualmente hay en Japón 102 personas que no saben si serán ejecutadas ni la fecha de su posible ejecución. Personas que cada día se levantan pensando que ese podría ser el último día de sus vidas. La incertidumbre y las condiciones inhumanas de detención lleva a muchas de ellas a desarrollar graves problemas de salud mental. La pena de muerte a personas con enfermedades mentales está prohibida por las leyes internacionales que todos los países están obligados a respetar. Sin embargo, eso no impide que Japón siga ejecutando a personas con enfermedades mentales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario